TODOS ESTAMOS LLAMADOS A SER GRANDES SANTOS
Todos los fieles de Cristo, de cualquier rango o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad; por medio de esta santidad como tal se promueve un modo de vida más humano en esta sociedad terrenal.
Lumen Gentium
Jesús resumió sus enseñanzas en una sorprendente e inequívoca llamada a sus seguidores: “Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mateo 5:48). Perfectos en la pureza del corazón, perfectos en la compasión y el amor, perfectos en la obediencia, perfectos en la conformidad con la voluntad del Padre, perfectos en la santidad: cuando oímos estas palabras podemos sentirnos comprensiblemente tentados por el desánimo, pensando que la perfección es imposible para nosotros. Y, en efecto, dejada a nuestros propios recursos, ciertamente lo es; tan imposible como lo es que los ricos entren en el cielo, o que un hombre y una mujer permanezcan fieles toda su vida en el matrimonio. Pero con Dios, todo es posible, incluso nuestra transformación.