La Cuaresma es esencialmente un acto de oración que se extiende a lo largo de 40 días. Mientras rezamos como parroquia, emprendemos un viaje que, esperamos, nos acerque a Cristo y nos deje transformados por el encuentro con Él. Intentamos inculcar a nuestra comunidad la importancia de no asumir compromisos ambiciosos, sino de mantener las cosas sencillas y centradas. Al experimentar la debilidad y el sufrimiento durante la Cuaresma, deberíamos renovar nuestra compasión por los que tienen hambre, sufren o están necesitados. La Cuaresma es un camino personal que nos lleva a meditar sobre la muerte y crucifixión del Señor. Vivimos la Cuaresma, en familia, para transmitir el amor de nuestra fe y, en comunidad, para fortalecernos y acercarnos, porque una comunidad que reza unida permanece unida.
